3 agosto | Niños
«A ti, Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos, pues nos has dado a conocer el asunto del rey» Daniel 2: 23
¿Has oído hablar de Daniel, el joven que fue llevado lejos de su hogar en Judá a vivir en el palacio de Babilonia? Aunque estaba lejos de casa, Daniel nunca dejó de amar y ser fiel a Dios.
Un día, el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tuvo un sueño que lo dejó muy inquieto. El problema era que no podía recordar el sueño, pero quería saber qué significaba. Así que llamó a todos sus sabios y les pidió que no solo interpretaran su sueño, sino que también le dijeran cuál había sido el sueño sin que él les contara. ¡Imagina qué difícil tarea! Y como los sabios no pudieron hacerlo, el rey se enfadó tanto que decidió que todos deberían ser eliminados.
Cuando Daniel se enteró, pidió ver al rey. Le dijo: «Déjame un poco de tiempo y oraré a mi Dios; él me dirá qué soñaste y qué significa tu sueño». El rey accedió a esperar. Daniel oró con sus amigos, y Dios le mostró en un sueño lo que Nabucodonosor había soñado y su significado. Daniel fue inmediatamente a contarle al rey, salvando así la vida de muchos.
¡Qué fe la de Daniel! Él confiaba en que Dios podía hacer lo imposible.
En acción
¿Tienes algo en mente que parezca imposible y que quieras compartir con Dios en oración? No dudes en pedir la ayuda de Dios como lo hizo Daniel. ¡Hablemos con Dios sobre ello junto a tus padres!