23 enero | Niños
«Moisés extendió su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirara por medio de un recio viento oriental que sopló toda aquella noche. Así se secó el mar y las aguas quedaron divididas» Éxodo 14: 21.
¿Alguna vez te has preguntado si es posible caminar por el medio de un mar profundo? Bajo circunstancias normales, la respuesta sería no. Pero ¿qué sucedería si de repente apareciera un camino seco a través del mar, con las aguas erguidas como muros a ambos lados? Eso sería obra de Dios, sin duda alguna.
Y eso es precisamente lo que ocurrió cuando Dios encomendó a Moisés liderar al pueblo de Israel fuera de Egipto. Tras un largo viaje por el desierto, se encontraron atrapados entre montañas impenetrables y el mar, con el ejército egipcio acercándose rápidamente.
Frente a este peligro inminente, Moisés instó al pueblo a mantener su fe en Dios y avanzar hacia el mar. Acto seguido, un viento poderoso comenzó a soplar, dividiendo las aguas y creando un camino seguro por el que los israelitas pudieron cruzar a pie seco.
Mientras el pueblo de Dios atravesaba el mar por el camino milagrosamente abierto, sus perseguidores egipcios intentaron seguirlos. Sin embargo, una vez que los israelitas alcanzaron la seguridad de la otra orilla, las aguas se cerraron sobre el ejército egipcio, deteniendo su avance de manera definitiva.
En acción
Conversa con tus padres sobre las situaciones que te causan miedo. Ora con ellos pidiendo a Dios que te otorgue el valor y la confianza que tuvo el pueblo de Israel al cruzar el Mar Rojo, confiando en el poder y la protección divina ante los desafíos.