24 enero | Niños
«Porque yo soy Jehová, tu sanador» Éxodo 15: 26
La alegría inundó al pueblo de Israel tras su milagrosa travesía por el Mar Rojo. Llenos de gratitud, alabaron a Dios con cantos por haberlos salvado de manera tan asombrosa. Sin embargo, su viaje continuó, llevándolos a enfrentar nuevos desafíos en el desierto.
Tres días después de su partida, se encontraron sin agua. Dios, en su providencia, estaba probándolos, no para dejarlos sufrir, sino para fortalecer su confianza en Él. Al llegar a Mara, descubrieron agua, pero era amarga e imposible de beber. Las quejas no se hicieron esperar, pero Moisés, siempre fiel, buscó la guía divina. Por instrucción de Dios, Moisés arrojó un árbol al agua, transformándola instantáneamente en dulce y refrescante.
Este milagro fue un recordatorio de que no debían temer; Dios cuidaba de ellos en cada paso del camino. Continuando su travesía, pronto encontraron un oasis de sombra y abundante agua fresca, donde se detuvieron a descansar y a acampar, reconfortados por la presencia protectora de Dios.
En acción
Reflexiona sobre la importancia del agua en tu vida. ¿Has bebido agua hoy? Tómate un momento para agradecer a Jesús por proveerte de agua fresca y limpia a diario, y considera cómo puedes confiar más en el cuidado constante de Dios, incluso en los desiertos de tu propia vida.