29 agosto | Niños

Sal y luz

«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada?… Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» Mateo 5: 13-16

Jesús dijo una vez que debemos ser la sal de la tierra y la luz del mundo.

¿Alguna vez comiste algo sin sal? Parece que, si no hay condimento, la comida no sabe a nada, ¿verdad? La sal, en su justa medida, es importante para resaltar el sabor y hacer que la comida sepa mejor. Así deberíamos ser también nosotros para el mundo: el condimento adecuado.

¿Alguna vez te quedaste a oscuras en una habitación porque se fue la luz? Cuando se va la luz, nos perdemos mucho… Sin poder ver a nuestro alrededor, tememos tropezar o chocar con un mueble.

La luz es esencial para nuestra supervivencia. Por eso Jesús nos comparó con la luz. Debemos ser luz en un mundo que vive en las tinieblas del pecado y mostrar el amor de Dios a través de nuestras obras. Muchas personas solo conocerán el amor de Jesús a través de nuestras vidas. ¡Qué privilegio poder llevar a Jesús a personas que viven en un mundo oscuro!

En acción

Cierra los ojos un rato y piensa en cómo viven las personas que no conocen el amor de Jesús, como si estuvieran en una oscuridad infinita. Envía un mensaje a alguien, diciéndole que Dios se preocupa por él.