1 septiembre | Niños
«Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» Mateo 7: 8.
¿Has tocado alguna vez a la puerta de la casa de tu amigo? ¿Estaba en casa? ¿Te abrió la puerta? ¿Se puso contento?
Así como tocamos a la puerta de la casa de nuestros amigos, también podemos tocar la puerta de Jesús. ¿Sabes cómo? Tocamos a su puerta cuando nos arrodillamos y le pedimos cosas.
Pero ¿crees que puedes pedirle cualquier cosa a Jesús y, de repente, como por arte de magia, aparecerá lo que has pedido?
Debemos pedir a Dios cosas que sean buenas para nosotros y para los demás.
¿Sabes qué es lo más importante que debemos pedir a Dios? Debemos pedirle el Espíritu Santo. El Espíritu Santo también es Dios, como el Padre y Jesús. El Espíritu Santo es quien Dios envió para ayudarnos a tomar decisiones correctas, a tratar a los demás con bondad y a hablarles de Jesús.
En acción
Ora: «Querido Dios, ¡quiero tener al Espíritu Santo conmigo! En el nombre de Jesús, ¡amén!»