12 septiembre | Niños
«Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» Marcos 8: 34
Antes de su muerte, Jesús dio muchas instrucciones a los que le seguían. Todavía no entendían muy bien por qué había venido al mundo. Todavía pensaban que Jesús sería coronado como rey, destruiría a todos los enemigos y daría una buena vida a todos los que sufrían.
Jesús había venido para enseñarles a obedecerle, a ser bondadosos y a prepararse para su reino en el cielo, no para vivir eternamente aquí en la tierra.
Entonces dijo estas palabras: «Si quieren ser mis discípulos, tienen que dejar de hacer su propia voluntad para hacer mi voluntad».
Ya has aprendido que nuestro corazón está sucio. Para seguir a Jesús, debemos dejarle vivir en nuestro corazón para que esté limpio. Así ya no desearemos hacer nuestra voluntad, sino la voluntad de Dios. Cuando hacemos la voluntad de Dios, somos mucho más felices.
En acción
Presta atención a tu corazón. ¿Tienes deseos que no agradan a Dios? ¿Cuáles son? Cuéntaselo a tu mamá y oren juntos para que hagas la voluntad de Dios.