18 septiembre | Niños
«El Espíritu del Señor está sobre mí» Lucas 4: 18
Después de su nacimiento, Jesús regresó con sus padres a Nazaret. Pero poco después tuvieron que huir a Egipto. El malvado rey Herodes quería matarlo. Satanás estaba detrás de todo esto y haría cualquier cosa para destruir a Jesús. Pero no pudo.
Cuando Jesús se convirtió en un adulto, antes de empezar a cumplir su misión, se fue al desierto a orar. Allí pasó 40 días orando. No tenía nada que comer ni beber, estaba hambriento y cansado.
Entonces Satanás planeó tentar a Jesús tres veces. Primero, le dijo a Jesús que, si era el Hijo de Dios, debía hacer un milagro y convertir las piedras en panes para comer. Luego, el diablo lo llevó a un monte alto, le mostró hermosos edificios y le dijo que le daría poder y gloria si lo adoraba. Luego lo llevó a Jerusalén, al pináculo del templo, y le dijo que se arrojara desde allí y la gente se asombraría y creería en él.
Jesús reconoció que Satanás quería destruirlo antes de que comenzara su divina obra, así que le dijo que se fuera de allí porque era malo y que ya había sido vencido. Así que el diablo huyó.
Luego Jesús fue a una sinagoga, abrió el pergamino y comenzó a leerlo. Era el comienzo de su obra, el de anunciar la hermosa historia de la salvación a todos los seres humanos.
En acción
Demos gracias a Jesús por haber venido al mundo y por haber vencido a Satanás. Gracias a él, nosotros también podemos vencer a Satanás.