26 septiembre | Niños
«Pero los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconocieran» Lucas 24: 16
El día en que Jesús resucitó de entre los muertos, dos de sus seguidores estaban muy tristes. Iban caminando hacia una aldea llamada Emaús y hablaban de los acontecimientos que ocurrieron. Se lamentaban de que Jesús haya muerto después de sufrir tanto.
De repente, un hombre se les acercó y les preguntó: «¿De qué están hablando?».
Uno de ellos, llamado Cleofás le contestó: «¿No te diste cuenta de las cosas terribles que han sucedido?».
El hombre preguntó: «¿Qué cosas?».
Entonces le contaron lo que le habían hecho a Jesús. Ellos esperaban que fuera coronado como rey, pero lo habían matado. También hablaron de unas mujeres que habían ido al sepulcro y no habían encontrado a Jesús. ¿Realmente había resucitado?
El hombre que caminaba con ellos era el mismo Jesús, pero ni siquiera lo reconocieron.
Jesús les dijo entonces: «¡Están muy ciegos! Estoy aquí con ustedes, ¡pero están tan preocupados por lo que dicen los demás que ni se han fijado en mí!».
En acción
Abre bien los dos ojos y ora pidiendo a Jesús que seas siempre consciente de su divina presencia.