27 enero | Niños
«No tendrás dioses ajenos delante de mí» Éxodo 20: 3
Tres meses después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, el pueblo hebreo se encontraba en un momento crucial de su travesía. Durante su larga estancia en Egipto, habían adoptado prácticas ajenas a su herencia espiritual, incluida la adoración de ídolos, algo que los alejaba de la verdadera esencia de su ser. Dios, el único digno de adoración, estaba a punto de reafirmar su compromiso con ellos, recordándoles que solo Él puede guiarlos hacia la verdadera bondad y plenitud.
Dios instruyó al pueblo para que se preparase para un día excepcionalmente sagrado: les entregaría los Diez Mandamientos, un código de vida destinado a guiar a la humanidad hacia el bienestar y la justicia. En ese día señalado, nadie debía acercarse al Monte Sinaí; la presencia divina se manifestaría con relámpagos y truenos, subrayando la solemnidad del momento.
Cuando llegó la hora, la voz de Dios resonó, proclamando su ley ante todos. Los primeros cuatro mandamientos establecen el fundamento de una relación respetuosa y reverente con lo divino: prohibiendo la idolatría, la creación de imágenes para adoración, el mal uso del nombre de Dios, y enfatizando la santidad del día de reposo.
En acción
Conversa con tus padres y juntos lean los seis mandamientos restantes. Reflexiona sobre cómo cada uno puede aplicarse en tu vida diaria y cómo te guían para ser una mejor persona.