4 octubre | Niños

La vid

«Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer» Juan 15: 5

Imagina una viña verde y frondosa bajo el sol, llena de racimos de uvas jugosas y dulces. La vid, con su tronco retorcido y sus ramas extendidas, es la fuente de vida para esas uvas. Cuando las ramas están firmemente unidas al tronco, se llenan de vida y producen mucho fruto.

¿Te has preguntado alguna vez por qué las ramas deben permanecer unidas a la vid? La razón es simple: sin el tronco, las ramas no pueden obtener los nutrientes y el agua que necesitan para crecer y producir frutas. Así como una rama seca y sin vida cuando se separa de la vid, nosotros podemos sentirnos perdidos y sin fuerzas cuando no estamos conectados con Jesús.

Jesús nos dice que él es la vid verdadera y nosotros somos los pámpanos. Esto significa que, para vivir una vida plena y fructífera, necesitamos permanecer en él, como las ramas están unidas a la vid.

En acción

¿Qué tal si hoy dibujas tu propia vid con muchas ramas y uvas? Y mientras lo haces, piensa en cómo puedes permanecer más cerca de Jesús cada día. Puedes comenzar orando más, leyendo historias de la Biblia, o ayudando a los demás en nombre de Jesús. Recuerda, cuanto más unidos estemos a Jesús, más bellos y fructíferos serán nuestros días.