28 enero | Niños

Una morada para Dios

«Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos» Éxodo 25: 8

El amor de Dios por el pueblo que había liberado de la esclavitud en Egipto era inmenso, y él les había hecho extraordinarias promesas. Tras entregarles los mandamientos y leyes, Dios deseaba asegurarles que su presencia los acompañaría siempre. Sin embargo, ellos no podían verlo. Esto presentaba un desafío para el pueblo, que anhelaba una señal de su cercanía.

Por ello, Dios instruyó a Moisés para construir una tienda de campaña, conocida como el Santuario, en el corazón del campamento. Esta estructura sería portátil, permitiendo al pueblo llevar consigo la presencia de Dios en sus viajes y reestablecerla en cada nuevo destino.

Con gran entusiasmo, la comunidad aportó ofrendas generosas para la construcción, incluyendo oro, plata, bronce, joyas, especias, telas preciosas y pieles. Estos materiales, recolectados con amor, serían utilizados para erigir un lugar digno de la presencia divina.

Meses después, el Santuario fue completado, estableciendo un espacio sagrado compuesto por el Lugar Santo y el aún más sagrado Lugar Santísimo, además de un patio exterior. Cada detalle del Santuario estaba imbuido de significado y reflejaba el profundo amor de Dios por su pueblo.

En acción

Conversa con tus padres sobre el sacrificio animal más especial que se ofrecía en el Santuario y la importancia que tenía. Reflexiona sobre cómo estos actos de adoración y ofrenda simbolizaban la devoción y el deseo de purificación del pueblo ante Dios.