15 octubre | Niños
«Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían» Hechos 16: 25
Pablo y Silas estaban contando la historia de Jesús y varios estaban disfrutando mucho de ello. Pero había algunos hombres a quienes no les agradaban Pablo y Silas, y los mandaron a ser golpeados y arrestados.
Pobres Pablo y Silas. De sus heridas goteaba sangre y les dolían mucho. Tenían los pies y las manos atados con esposas, ¡pero estaban tan contentos de hablar de Jesús! Mientras los presos maldecían y se quejaban, Pablo y Silas se pusieron a cantar en la cárcel.
Los otros prisioneros y los soldados escuchaban esta hermosa música y se tranquilizaban.
De repente, un terremoto sacudió la prisión y las puertas se abrieron. ¡El guardia estaba desesperado! Los presos se escaparían, ¡y lo castigarían por ello!
Pero Pablo dijo: «¡No vamos a escapar, guardia! Estamos todos aquí».
El hombre estaba tan agradecido que quiso saber más sobre el Dios de Pablo y Silas.
¿Sabes lo que hizo? Los llevó a los dos a su casa, les limpió las heridas que él mismo les había hecho y los escuchó hablar de Jesús. El guardia aceptó a Jesús de todo corazón y ¡pidió ser bautizado!
En acción
Si estuvieras preso como Pablo y Silas, ¿qué canción cantarías en la cárcel?