22 octubre | Niños
«Pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» Romanos 5: 20.
Lo más triste que sucedió en el mundo fue que Adán y Eva desobedecieron a Dios. ¡Tantas cosas empezaron a pasar después de eso! ¿Recuerdas alguna de ellas? Muerte, guerras, peleas, enfermedades.
El pecado es algo terrible. Dios odia el pecado porque destruye la felicidad de sus hijos. El pecado también destruye a sus hijos, porque cuando pecan, se vuelven malos y no pueden hacer nada bueno: solo tratan mal a los demás, se pelean, pegan y maldicen.
Para resolver el gran problema del pecado y acabar con él, tenía que haber algo mucho más grande que el pecado: la gracia de Dios. La gracia es lo que Jesús hizo por nosotros. Adán, Eva y todos nosotros merecíamos morir para siempre porque todos somos pecadores, pero Dios pagó este castigo por nosotros y nos salvó de esta muerte eterna.
No lo merecíamos, pero Dios nos dio el regalo más grande, que es la vida eterna. ¡Qué regalo tan maravilloso!
En acción
¿Das gracias a Dios todos los días por el maravilloso don de la vida eterna? Ora diciendo: «Querido Dios, ¡muchas gracias por el regalo más grande que me has dado, la vida eterna! En el nombre de Jesús, ¡amén!».