29 octubre | Niños
«El que se gloría, gloríese en el Señor» 1 Corintios 1: 31
¿Has visto alguna vez una vasija de barro o de cerámica? ¿Sabes cómo se hace? Se le llama alfarero a la persona que hace vasijas de barro.
El alfarero toma una cantidad de arcilla o pasta de arcilla y la pone en una máquina giratoria. Mientras la máquina gira, el alfarero da forma a la vasija.
Una vez moldeada, la deja muy lisa para que se pueda dibujar en ella o se le puedan hacer otras obras de arte. Después se pone a secar durante 10-20 días. Una vez secas, se meten en un horno durante más de un día para quemarlas. Esto endurece mucho la vasija. Luego permanece en el horno cerrado casi dos días más antes de sacarla de allí.
Algunas vasijas están esmaltadas con una especie de capa brillante que les da un aspecto muy bonito.
Las vasijas de barro son muy bonitas, ¡pero si se caen al suelo se rompen!
Nosotros somos las vasijas de barro de Dios. Al igual que estas, somos débiles. Pero Dios puede hacer muchas cosas buenas a través de nosotros. Así que, cada vez que hagas algo bueno, di: «¡Lo hizo Dios, no yo!» O di: «¡A Dios sea la gloria!»
En acción
Dibuja una vasija de barro y di: «¡Soy una vasija de barro y Dios hará grandes cosas a través de mí!».