11 noviembre | Niños
«Un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos» Efesios 4: 6
Después de que Satanás se convirtió en el rey de este mundo, hizo que los hombres crearan otros dioses. Aparecieron muchos dioses diferentes para diferentes gustos y preferencias. Cada nación tenía sus propios dioses.
Cuando los israelitas se convirtieron en esclavos en Egipto, conocieron muchos dioses allí. Estaba el dios Set, conocido como el dios de la confusión; estaban los dioses Atum-Ra, Isis, Osiris, y varios otros.
Cuando Dios envió a Moisés a pedirle al Faraón que dejara ir al pueblo, y este no quiso, Dios envió diez plagas sobre los egipcios. Entonces ellos se desesperaron. Pero Dios quería que vieran que sus dioses no podían hacer nada por ellos.
Cuando el pueblo de Israel entró en la tierra de Canaán, los cananeos también adoraban a muchos dioses. Uno de ellos se llamaba Moloc. Tenía cuerpo de hombre y cabeza de buey o de león. Su vientre tenía un agujero que servía para poner fuego. ¿Sabes qué se colocaba en sus brazos ardientes para sacrificar? Niños. Allí se quemaban hasta morir para complacer a este dios. ¡Qué triste!
El Dios del cielo estaba muy afligido por todo esto. Por eso el apóstol Pablo dijo que solo hay un Dios para todo el mundo, que ama a todos, que murió por todos y que invita a todos a estar en el cielo con él.
En acción
Repite el versículo: «Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos» Efesios 4: 6.