15 noviembre | Niños
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» Filipenses 4: 8.
Pablo escribió a los habitantes de Filipos que debían cuidar muy bien sus mentes.
¡Fíjate! A través de los ojos, la boca, la nariz, el tacto y el oído, recibes mucha información todos los días: ves imágenes del televisor y del celular, pruebas cosas dulces o amargas, hueles perfume o pies apestosos, tocas cosas suaves y esponjosas o ásperas, y escuchas la voz de tu mamá o tu papá, música tranquila o muy ruidosa.
Algunos mensajes son buenos, otros malos, algunos son agradables o desagradables. Estos mensajes llenan la mente y se convierten en pensamientos. Tus pensamientos darán forma a lo que sentirás: alegría, tristeza, rabia, miedo, etc.
Si alguien te dice que eres lindo o linda, pensarás en ello y te alegrarás. ¿Y si alguien te dice que no eres inteligente? ¿Estarás triste? Si alguien dice eso, no tienes por qué creerlo. ¿Sabes por qué? Dios te creó y te hizo inteligente. Cree en él.
Debes elegir lo que entrará por tus ojos, boca, nariz, tacto y oído para que tengas buenos pensamientos. Cuando pensamos en cosas buenas, puras, verdaderas, justas y hermosas, tenemos mejor salud y es más fácil hacer amigos.
Por eso Pablo escribió sobre entrenar la mente para elegir los mejores pensamientos. Ten cuidado con lo que dices, escuchas y ves. Sonríe más, sé cariñoso, agradecido y perdona, y habla, escucha y mira cosas buenas que te hagan feliz a ti y a los demás.
En acción
Elige tres cosas buenas para hablar, tres para escuchar y tres para ver esta semana. Pídele a tu madre o padre que las anote.