1 febrero | Niños
«Si su ofrenda es un holocausto vacuno, ofrecerá un macho sin defecto; lo ofrecerá a la puerta del Tabernáculo de reunión, para que sea aceptado por Jehová» Levítico 1: 3
Las leyes desempeñan un papel crucial en nuestra vida, y han sido escritas o dictadas por personas de autoridad con el fin de protegernos y guiarnos. Cuando tu mamá te aconseja no hablar con extraños, lo hace buscando tu seguridad. De manera similar, la Biblia, especialmente en el libro del Éxodo, presenta un conjunto de leyes divinas entregadas a la humanidad. Además, existe otro libro en las Sagradas Escrituras que se dedica en gran medida a detallar leyes, ofreciendo un extenso compendio de normas a seguir.
Recordemos que el pecado entró al mundo cuando Adán y Eva incumplieron una ley divina al comer del fruto prohibido. Desobedecer a Dios conlleva las consecuencias más serias: el pecado y, en última instancia, la muerte eterna. Con el tiempo, el pueblo de Israel perdió comprensión del profundo amor que Dios les tenía, olvidando que él detesta el pecado. Por eso, fue necesario que Dios les proporcionara un detallado conjunto de leyes. Estas no solo buscaban regular sus acciones, sino también enseñarles sobre la santidad y la gravedad del pecado ante los ojos de Dios.
En acción
Invita a tu mamá a unirse a ti frente a un espejo. Observen juntos: ¿Está limpia tu cara o hay algo que limpiar? Las leyes funcionan como un espejo, revelándonos nuestras fallas y lo que necesitamos corregir en nuestro comportamiento.