21 noviembre | Niños
«Pero vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien» 2 Tesalonicenses 3: 13
Un día Johny estaba corriendo en el patio de su escuela y Sam, un compañero de clase, le puso el pie delante. Johny se cayó y se hizo un chichón en la frente. Se puso a llorar porque le dolía mucho. Sam se rio de Johny, no se disculpó y no le ayudó a levantarse.
Un rato después, Johny estaba otra vez jugando en el patio y le dio hambre. Su madre le había preparado un sabroso almuerzo, así que Johny se sentó en el pasto, abrió su mochila, tomó el almuerzo y comenzó a comer. ¡Estaba delicioso!
De repente llegó un amigo y se puso al lado de Johny. ¿Sabes quién era? Sam, el chico que le había hecho caer y se había reído de él.
Johny se acordó de Jesús y pensó qué haría él en su lugar. Así que Johny le ofreció a Sam una porción de su almuerzo.
¡Johny era muy amable! No se cansaba de hacer el bien, incluso a un compañero de clase que había sido malo con él.
En acción
¿Recuerdas alguna vez que hayas hecho algo bueno por alguien que no fue amable contigo? ¿Cómo te sentiste? Conversa con tu familia sobre la importancia de ser amables siempre, incluso cuando sea difícil. Y para inspirarte, repite este versículo que nos recuerda ser misericordiosos: «Pero vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien» 2 Tesalonicenses 3: 13. ¿Puedes pensar en una forma de ser amable esta semana, incluso si es difícil?