23 noviembre | Niños
«Grande es el misterio de la piedad» 1 Timoteo 3: 16.
Un tierno padre amaba mucho a su hijo. Lo crio con amor y cariño, le dio una hermosa casa, muchos regalos, y siempre lo llevaba a pasear y le contaba pequeñas historias. Su hijo creció y se convirtió en un joven. Un día le dijo a su padre: «Papá, estoy cansado de ser tu hijo. Quiero dinero para gastarlo a mi manera; ya no quiero tu atención ni tu afecto. Quiero alejarme de ti».
El padre estaba triste. Lloró y le pidió a su hijo que no saliera de casa porque donde iba era peligroso. Su padre no quería que le hicieran daño, pero el hijo agarró el dinero y se fue. Hizo muchos amigos, organizó fiestas y se gastó todo el dinero.
Sin dinero, nadie quería ser su amigo. Y como tenía mucha hambre, se fue a comer con los cerdos.
Finalmente, decidió volver a casa de su padre para ver si lo aceptaba como criado. ¿Sabes lo que hizo su querido padre? Lo aceptó con gran amor, le hizo un banquete, ¡y siguió amando a su hijo, que era un desagradecido y que, además, se había escapado!
El nombre de este padre es Jesús. Y los hijos somos todos nosotros. ¿No es sorprendente este amor?
En acción
Dibuja al hijo volviendo a los amorosos brazos de su padre.