1 diciembre | Niños
«Así que, si me tienes por compañero, recíbelo como a mí mismo» Filemón 1: 17.
Pablo, un hombre a quien Dios había escogido, enseñado y enviado a predicar la Palabra de Dios, era arrestado frecuentemente. Esto sucedía porque decía que Jesús era Dios, y la gente decía que creaba estaba creando una confusión.
Una vez, encarcelado en Roma, Pablo se encontró con un esclavo fugitivo llamado Onésimo que no conocía a Jesús. Onésimo había huido de Filemón, su amo, porque le había robado.
Filemón era rico y se reunía con amigos para hablar de Jesús. Él era amigo de Pablo.
Así que Pablo le habló a Onésimo de Jesús y él, dándose cuenta de que había pecado contra Filemón, se entregó al Señor.
Onésimo se convirtió en un gran amigo y ayudante de Pablo. El apóstol quería que hablara de Jesús, pero primero, necesitaba pedir perdón a su jefe. Así que Pablo escribió una carta para que el propio Onésimo se la llevara a Filemón pidiéndole que perdonara a su esclavo fugitivo y lo aceptara de nuevo como hijo, porque ahora pertenecía a Jesús.
¡Y Onésimo llevó la carta! ¿Te imaginas lo que pasó?
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