6 febrero | Niños
«Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová» Levítico 16: 30
¿Recuerdas la tienda (tabernáculo) que Dios mandó a construir? Dentro de sus múltiples ceremonias, había una especialmente significativa que se celebraba una vez al año: el día del perdón, también conocido el Día de la Expiación.
Todos se preparaban para este día. El sumo sacerdote tenía que bañarse y ponerse ropas que solo se usaban ese día. Luego entraba en el Santuario y ofrecía sacrificios por sus propios pecados y por los de su familia. Luego ofrecía sacrificios por todo el pueblo. Al final, depositaba todos los pecados que habían sido traídos al Santuario durante el año y los ponía sobre un macho cabrío que era conducido al desierto y soltado allí.
Esto se hacía para que el pueblo comprendiera que todos sus errores eran perdonados por Dios. Era como si hubieran desaparecido.
Hoy, nuestra práctica de buscar perdón ha cambiado. Cada vez que pecamos o desobedecemos a Dios, no tenemos que ir al Santuario y llevar un animal para que el sacerdote lo sacrifique. En cambio, cuando deseamos reconciliarnos con Dios por nuestros errores, podemos dirigirnos directamente a Jesús en oración, con un corazón arrepentido.
En acción
Reflexiona sobre una ocasión en que tus acciones hayan causado tristeza a tus padres. ¿Tomaste el paso de pedirles perdón? De la misma manera, cuando sientas que has fallado o desobedecido a Dios, recuerda que puedes acercarte a Él en oración, confiado en su amor y disposición a perdonar.