11 febrero | Niños
«Jehová te bendiga y te guarde» Números 6: 24
Desde pequeño, aprendí a pedir la bendición a mis padres cada noche, diciendo: «¡La bendición, papá!» «¡La bendición, mamá!» A lo que ellos amorosamente respondían: «¡Que Dios te bendiga!» Aunque en aquel entonces no comprendía completamente su significado, esas palabras me hacían sentir el amor y la presencia de Dios de una manera muy especial.
En la antigua tradición de Israel, Dios encomendó a los sacerdotes pronunciar una bendición específica sobre el pueblo, una que llevaba consigo una profunda carga espiritual y de protección divina. Esta bendición sacerdotal decía: «El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro y te dé la paz».
Este acto bendecía al pueblo tras los sacrificios matutinos y vespertinos, convirtiéndose en uno de los momentos más emotivos y significativos del culto. Al escuchar estas palabras, la congregación respondía con un ferviente «¡Amén!», sellando así la recepción de la bendición divina.
Aun hoy, estas palabras continúan resonando en muchas comunidades de fe, recordándonos el eterno amor y cuidado de Dios hacia nosotros.
En acción
Te invito a memorizar la bendición sacerdotal, para que puedas compartirla y bendecir a otros, recordando siempre el poder y el amor que hay en las palabras de bendición que nos conectan con Dios y entre nosotros.