12 febrero | Niños
«El maná era como semilla de culantro, y su color como color de bedelio» Números 11: 7
Cuando el pueblo de Israel emprendió su largo viaje por el desierto tras ser liberados de la esclavitud en Egipto, se enfrentaron a un entorno inhóspito y desafiante. Sin embargo, no estuvieron solos ni desamparados, ya que Dios estuvo con ellos en cada paso del camino, protegiéndolos y proveyendo para sus necesidades. A pesar de las adversidades del desierto, no les faltó alimento ni agua, y estuvieron a salvo de las extremas temperaturas.
Entre los muchos cuidados de Dios, les proporcionó un alimento especial directamente del cielo. Una mañana, al desaparecer el rocío, los israelitas descubrieron sobre el suelo algo pequeño y redondo, semejante a la escarcha. Llenos de asombro, se preguntaron: «¿Qué es eso?». Este alimento celestial, llamado maná, que curiosamente significa «¿Qué es?», se convirtió en su sustento diario. Cada familia recogía el maná, lo molía o machacaba, y luego lo cocinaba para preparar tortas que tenían un sabor dulce, como si estuvieran hechas con aceite de oliva.
Imagina probar ese maná, un regalo divino que nutrió al pueblo de Israel en su camino hacia la Tierra Prometida.
En acción
Intenta dibujar el maná tal como te lo imaginas, y toma un momento para agradecer a Jesús por proveer todo lo necesario para tu sustento diario, recordando las maneras en que cuida de ti y de tu familia cada día.