19 febrero | Niños
«Luego volvimos y salimos al desierto, camino del Mar Rojo, como Jehová me había dicho» Deuteronomio 2: 1
¿Sabes cuántos años pasó el pueblo de Israel en el desierto antes de entrar en la Tierra Prometida? Cuarenta años. Es mucho tiempo, ¿verdad? Podrían haber pasado menos tiempo en el desierto. Pero como se quejaban demasiado, Dios vio que necesitaban aprender algunas lecciones antes de entrar a la Tierra Prometida.
Una de las lecciones era confiar en Dios. A pesar de sus temores infundados sobre la falta de agua y comida, que nunca llegaron a materializarse gracias a la provisión divina, y su terror ante la presencia de gigantes en Canaán, la verdadera batalla estaba en confiar en Dios. Aquellos que salieron de Egipto y permitieron que el miedo y la desconfianza dominaran sus corazones nunca vieron la Tierra Prometida.
Vivir de acuerdo con la voluntad de Dios nos llena de alegría y satisfacción. Por el contrario, la desobediencia y la falta de confianza nos conducen a un estado de ingratitud, donde las quejas ensombrecen nuestra percepción de las bendiciones que nos rodean.
En acción
Reflexiona sobre un momento en que hayas recibido un castigo o un «tiempo fuera». Este tipo de consecuencias suelen ser formas de ayudarnos a aprender y mejorar. Comparte con tus padres ese momento y conversen sobre la lección que aprendiste.