21 febrero | Niños
«Y digas en tu corazón: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”» Deuteronomio 8: 17
Cuando Dios eligió a Israel para que se convirtiera en una gran nación, prometió que tendrían salud, inteligencia, riqueza y poder. Y Dios les estuvo enseñando muchas cosas desde que salieron de Egipto durante los años que caminaron por el desierto.
Cuando estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida, ¡Dios quería que aprendieran una lección más! ¿Sabes cuál era? Nunca debían pensar que la salud, la inteligencia, la riqueza y el poder que tenían provenían de ellos mismos. Dios era el dueño de todo. Él es quien nos lo da todo. Si no fuera por Dios, nada de lo que ves a tu alrededor existiría.
Dios es el que da a tu mamá y a tu papá la salud y la inteligencia para que trabajen y compren las cosas que tú necesitas: tu ropa, tu comida y también tus juguetes.
En acción
Piensa en tres cosas que te gusten mucho. ¿Ya lo has pensado? ¡Ahora da gracias a Dios por dártelas!