3 marzo | Niños
«Y aconteció que cuando el pueblo escuchó el sonido de la bocina, gritó con un gran vocerío y el muro se derrumbó. El pueblo asaltó luego la ciudad, cada uno derecho hacia delante, y la tomaron» Josué 6: 20
Después de cuarenta años de travesía por el desierto, el pueblo de Israel, guiado por Josué, se encontraba frente a su primer gran desafío en la Tierra Prometida: la ciudad fortificada de Jericó. A pesar de los gigantes que habitaban en ella y de sus imponentes murallas, Josué siguió las instrucciones divinas al pie de la letra.
Por orden de Dios, los israelitas marcharon alrededor de Jericó durante siete días, llevando el Arca del Pacto y haciendo sonar las trompetas. A los habitantes de Jericó, esta acción les pareció incomprensible, quizás incluso ridícula. Pero en el séptimo día, después de rodear la ciudad siete veces, algo extraordinario sucedió. Al unísono, los israelitas gritaron, y en ese momento, los muros de la ciudad comenzaron a temblar y finalmente se derrumbaron, permitiendo a Israel tomar Jericó sin necesidad de un asedio convencional.
En acción
Reflexiona sobre este milagro. ¿Crees que fueron simplemente los gritos de los soldados lo que derribó los muros? Habla con tu mamá o tu papá sobre el verdadero poder detrás de este acontecimiento y cómo Dios interviene en nuestras vidas de maneras a veces inesperadas. ¿Puedes identificar algún milagro reciente en tu vida o en la de tu familia, algo que os haya sucedido y os haya recordado la presencia y el cuidado de Dios?