7 marzo | Niños
«Pero yo y mi casa serviremos a Jehová» Josué 24: 15
Josué ya era un hombre muy viejo. Tenía 110 años. Así que convocó a todo el pueblo para hablar seriamente con ellos.
Fue una larga charla. Recordó toda la historia del pueblo, desde la llamada de Dios a Abraham y la promesa de hacer de él una familia tan grande como las estrellas. Y ahora, muchos años después, eran una gran familia que había comenzado con Abraham.
Dios había prometido bendecirlos muchísimo. Pero tenían que obedecer a Dios y nunca imitar a la gente que adoraba ídolos.
¿Sabes por qué Dios no quería que adorasen ídolos? Porque sabía que terminaríamos pareciéndonos a lo que adoramos.
Josué le dijo al pueblo que tenían que elegir a quién adorar: ¡a los dioses de madera y piedra que no hacen nada, o al Dios del cielo que había hecho tantos milagros por ellos!
Y el pueblo prometió obedecer y adorar a Dios. ¿Cumplirían esta promesa?
Después, Josué durmió el sueño de la muerte.
En acción
¿Cómo adoras a Dios? Habla con tu mamá y tu papá y reflexiona sobre este asunto.