11 marzo | Niños
«A su tiempo, la mujer dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón. El niño creció y Jehová lo bendijo» Jueces 13:24
Los filisteos eran enemigos de Israel. Adoraban a muchos dioses, como Dagón, que tenía cuerpo de pez y cabeza de hombre.
Debido a la desobediencia de los israelitas, Dios permitió que invadieran su tierra. ¡Ellos clamaron a Dios arrepentidos!
Luego, un ángel del Señor se apareció a una mujer y a su marido, Manoa. Ellos no podían tener hijos, ¡pero deseaban tenerlos! El ángel les dijo que tendrían un hijo que estaría consagrado al Señor y libraría al pueblo de sus enemigos. Sus padres no debían cortarle el pelo ni darle bebidas alcohólicas ni alimentos impuros.
El niño nació y se llamó Sansón. Estaba destinado a ser una fuerza liberadora para Israel. Creció y demostró una fuerza sobrenatural, como cuando enfrentó y mató a un león con sus propias manos.
Sin embargo, su mayor desafío no serían las hazañas físicas, sino su fidelidad a la misión que Dios le había encomendado. ¿Obedecería a Dios y haría su trabajo?
En acción
Al igual que Sansón, tú también tienes un propósito especial en este mundo. Reflexiona sobre cómo puedes servir a Dios y contribuir a tu comunidad. Habla con tus padres sobre las maneras en las que puedes usar tus talentos y habilidades para hacer el bien y seguir el camino que Dios tiene para ti.