21 marzo | Niños
«Pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» 1 Samuel 16: 7.
Saúl, el primer rey de Israel, desobedeció y decepcionó a Dios. Cuando llegó el momento de elegir a un nuevo rey que reemplazara a Saúl, Dios envió a Samuel a la casa de Isaí en Belén. Frente a los hijos mayores de Isaí, que impresionaban por su estatura y fortaleza, Samuel pensó que seguramente uno de ellos sería el elegido. Sin embargo, Dios reveló a Samuel que él mira más allá de las apariencias; lo que realmente importa es el corazón de la persona.
Fue David, el menor de los hijos de Isaí, quien estaba en el campo cuidando de las ovejas, el elegido por Dios. Aunque joven y sin la imponente presencia de sus hermanos, David poseía cualidades que Dios valoraba por encima de todo: un corazón puro, lleno de fe y amor por Dios. Esta elección nos enseña que Dios valora nuestras actitudes, intenciones y lealtad por encima de nuestra apariencia o habilidades físicas.
En acción
Aunque tal vez nunca hayas jugado con una oveja como lo hacía David, su tarea como pastor demuestra humildad y responsabilidad. Intenta dibujar a David en el campo, cuidando de sus ovejas. Mientras dibujas, piensa en las cualidades del corazón que Dios aprecia: la bondad, la paciencia, el amor y la fidelidad. Este ejercicio puede ayudarte a reflexionar sobre cómo puedes cultivar un corazón que agrade a Dios.