24 marzo | Niños
«Y añadió: —¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mis manos?» 1 Samuel 26: 18
El rey Saúl se alejaba cada vez más de Dios. A veces se enojaba mucho. Muy celoso de David, insistió en perseguirlo.
David huyó y se escondió en una cueva oscura. De repente, alguien entró en la cueva porque necesitaba ir al baño… ¿Puedes creer quién era? ¡El rey Saúl! David estaba con algunos soldados y podría haber arrestado e incluso matado a Saúl, pero no lo hizo. Simplemente cortó lentamente un trozo de la túnica de Saúl y lo guardó sin que él se diera cuenta.
Cuando Saúl ya se había ido, David gritó: «¡Mira lo que tengo en mis manos, rey Saúl!» Podría haberte matado, ¡pero no lo hice! ¡No te odio! ¿¡Por qué me persigues!?
Saúl se arrepintió de intentar hacer daño a David.
Pero poco después Saúl ya estaba persiguiendo a David de nuevo, y cada vez que David tenía la oportunidad de hacerle daño a Saúl, no lo hacía.
En acción
¿Alguna vez alguien te ha hecho daño? ¿Qué has hecho? Pídele a Jesús que perdone a los que te hacen daño, ¡como hizo David con Saúl!