4 abril | Niños
«La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra» 1 Reyes 17: 14
Los reyes que reinaron después de Jeroboam tampoco hicieron más que desagradar a Dios.
Durante el reinado del malvado Acab, un profeta llamado Elías le advirtió que durante tres años habría una gran sequía. La vegetación se secó y los animales comenzaron a morir de sed y de hambre.
El profeta Elías huyó del rey Acab, quien le culpó a él de la sequía y no a su propia desobediencia a Dios.
Un día, Elías encontró a una viuda que recogía palos para encender un fuego y le pidió que le diera un trozo de pan.
¡Pobre viuda! Solo tenía un puñado de harina y un poco de aceite para hacer el último pan para ella y su hijo. Después morirían de hambre. Elías le dijo que primero cocinara para él, porque Dios la sustentaría hasta que volviera a llover. Y Dios lo hizo. Imagínate la alegría de la viuda.
En acción
Imagina y dibuja el delicioso pan que la viuda horneó para el profeta Elías.