2 enero | Adolescentes
«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.» Génesis 1: 27
¿A quién no le gusta recibir regalos? ¿Y a ti? ¿Has recibido algún regalo inolvidable? Yo recuerdo cuando mi papá me sorprendió con una bicicleta hermosa en mi cumpleaños. ¡Fue tan emocionante despertar y ver esa bicicleta esperándome! Dios, al crear a los primeros seres humanos, también quiso hacerles un regalo muy especial. Y, así como mi papá me preparó la sorpresa de la bicicleta, Dios preparó una sorpresa increíble. Cuando Adán y Eva abrieron los ojos, vieron un regalo maravilloso: ¡un mundo entero creado solo para ellos! ¡Un mundo entero para nosotros! Si hoy nuestro mundo aún está lleno de bellezas, ¡imagina cómo era en su estado original, perfecto, recién creado por Dios!
Pero de todo lo que Dios creó, debes saber que somos nosotros la obra maestra de su creación. De entre todas las maravillas que Él hizo, solo los seres humanos fueron formados de una manera muy especial: moldeados por Sus propias manos. Por eso, el versículo de hoy dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y Dios los bendijo». La próxima vez que te mires al espejo recuerda que estás frente a alguien que fue hecho a imagen de Dios, ¡alguien a quien Él ama profundamente!
Esto muestra lo importantes que somos para Él, pues fuimos creados a Su imagen y semejanza. Como hijos amados de Dios, tenemos la gran responsabilidad de cuidar bien del maravilloso mundo que Él creó y nos dio como regalo.
En Acción:
¿Qué tal crear un recordatorio de tu origen especial? Toma un poco de plastilina o barro y haz una figura humana. Mientras moldeas la figura, piensa en cómo Dios nos moldeó con Sus propias manos. Una vez terminada, colócala en un lugar donde puedas verla y recordar lo especial que eres para Dios.