20 abril | Adolescentes
«Y la casa que tengo que edificar ha de ser grande; porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses. Mas ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo para que le edifique casa, sino tan sólo para quemar incienso delante de él?» 2 Crónicas 2: 5,6
Cuando pensamos en dar algo a alguien muy especial para nosotros, siempre queremos dar lo mejor que tenemos, ¿verdad? En la Biblia, en 2 Crónicas 2: 5-6, Salomón planeaba construir un templo para Dios. Él quería que el Templo fuese grandioso, porque Dios es más grande que cualquier cosa que podamos imaginar. Salomón sabía que, incluso dando lo mejor de sí, lo que lograría todavía sería poco comparado con la grandeza de Dios, pero eso no lo desanimó. Construir el templo significaba mucho más para él que una mera demostración material de su amor y gratitud a Dios.
Esto nos hace pensar: ¿qué podemos hacer para darle a Dios lo mejor? No necesitamos construir templos, pero podemos ofrecerle lo mejor de nuestro tiempo, nuestra atención y nuestro amor. Debemos saber que Dios no mira el tamaño de lo que ofrecemos, sino la intención y el amor con que lo hacemos. Dar lo mejor es una forma de agradecer a Dios por todo lo que ha hecho, hace y aún hará por nosotros.
Entonces, ¿qué es lo mejor que puedo ofrecerle a Dios hoy? Puede ser un momento de oración más sincero, una ayuda a un amigo o incluso una sonrisa para alguien que lo necesite. Recuerda, para Dios, el mayor y mejor regalo es nuestro corazón lleno de amor y gratitud hacia Él.
En Acción:
Esta semana, elige uno de tus juguetes favoritos, ese que es muy especial para ti, y regálaselo a alguien que crees que lo valorará tanto como tú. Al hacerlo, recuerda que, al dar lo mejor, estamos honrando a Dios con nuestras acciones y compartiendo amor y alegría.