28 abril | Adolescentes
«Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros, para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Darío rey de Persia.» Esdras 4: 4,5
Imagina que estás construyendo un castillo de arena increíble, el «más grande del mundo». Te alejas un momento para buscar algo, y de repente, alguien viene y trata de derribarlo. ¡Qué frustrante, ¿verdad?! En la Biblia, en Esdras 4, el pueblo de Israel enfrentó algo parecido. Estaban intentando reconstruir el Templo de Dios, un lugar muy importante para ellos, pero personas de afuera vinieron y trataron de detener la construcción. Estas personas no querían que el Templo fuera reconstruido, así que hicieron de todo para dificultarlo, desde contar mentiras hasta asustar a quienes trabajaban en la reconstrucción.
Pero, ¿sabes lo que hizo el pueblo de Israel? No se dio por vencido. No solo continuaron construyendo el Templo, sino que también trabajaban cargando una espada, listos para protegerse de cualquier amenaza. Al igual que ellos, nosotros enfrentamos nuestras propias batallas diarias. A veces, encontramos oposición y personas que, sin ninguna razón aparente, no nos quieren y desean nuestro mal. Pero recuerda esta frase divertida: «No hay problema si no te gusto yo o lo que hago, nadie está obligado a tener buen gusto». De la misma forma que los israelitas, también necesitamos tener una espada en nuestras manos, y la mejor Espada es la Palabra de Dios, para encontrar fuerzas y consuelo en medio de las dificultades que la vida nos presenta.
En Acción:
Desafíate a hacer un dibujo con tu mano no dominante (la izquierda si eres diestro o viceversa), aunque parezca demasiado difícil. Esto demuestra que, aún mientras enfrentamos dificultades, podemos desarrollar nuevas habilidades y superar obstáculos con persistencia y determinación.