22 mayo | Adolescentes

ÉL ESCUCHÓ MI CLAMOR

«Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.» Salmos 40: 1

Existe una frase que, lamentablemente, algunos adultos acostumbran usar: «Siento que mi oración no pasa del techo». Dicen esto porque sienten que sus oraciones no están siendo escuchadas. ¿Pero será esto verdad? ¿Alguna vez has sentido que tus oraciones no están siendo escuchadas? En el Salmo 40: 1-3, aprendemos que nuestras oraciones siempre llegan a Dios, ¡y más! Él siempre las escucha atentamente. La gran cuestión es que Él puede responder de diferentes maneras: con un «sí», un «no», o hasta pidiéndonos que esperemos un poco. El secreto es tener paciencia, pues, el tiempo de Dios es diferente al nuestro: «Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor».

Lo importante es recordar que Dios siempre está atento a lo que decimos. Dios siempre nos oye. Pero hay que saber que la manera en que clamamos a Él hace toda la diferencia. Clamar no es solo pedir; es nunca darse por vencido, es insistir constantemente en la búsqueda de la respuesta divina. Es tener fe en que, aunque la respuesta se demore en llegar, vendrá en el tiempo perfecto. Es una espera activa; hacemos nuestra parte, confiando en que Dios hará la suya.

En Acción:

Escribe en tu Biblia un motivo de oración especial, algo por lo que pedirás todos los días. Marca la fecha de hoy y comienza a orar por eso diariamente. Después de algún tiempo, vuelve a esa página y observa cómo Dios respondió a tu clamor.