1 junio | Adolescentes
«Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo.» Salmo 100: 1,2
¡Sonreír es una de las cosas más simples pero más asombrosas que podemos hacer! Una sonrisa puede transformar nuestro día y el día de las personas que nos rodean. Cuando sonreímos, nuestro cuerpo libera sustancias que nos hacen sentir bien y felices. Es como si cada sonrisa fuera un pequeño regalo que podemos darnos a nosotros mismos y a los demás.
En el Salmo 100, somos invitados a celebrar y alabar a Dios con alegría: «Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al Señor con alegría; venid ante su presencia con regocijo». Aunque tengamos motivos para estar tristes, si sonreímos y celebramos al Señor con alegría, esa actitud puede cambiar nuestro estado de ánimo.
Alabar a Dios con alegría y una sonrisa es una forma de recordar que, incluso en los momentos difíciles, Dios está con nosotros y nos da motivos para ser felices. Una sonrisa puede una señal de fe y esperanza, mostrando que confiamos en Dios y en Su amor por nosotros. ¿Por qué hacer esto? Porque «el Señor es bueno; su misericordia es eterna, y su fidelidad dura de generación en generación».
En Acción:
Intenta pasar un día entero sonriendo lo más que puedas. Sonríe a tu familia, a tus amigos, y hasta cuando estés solo. Al final del día, piensa en cómo te sentiste al sonreír tanto. ¿Notaste alguna diferencia en tu humor o en la manera como las personas reaccionaron ante ti? Recuerda, cada sonrisa es un reflejo de la alegría que Dios pone en nuestros corazones.