11 junio | Adolescentes
«Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya.» Salmo 150: 1,2,6
Hoy en día, casi todo el mundo tiene una Biblia en casa, aunque no la lean. Pero, ¿siempre fue así? ¿La Biblia siempre fue accesible para todos? A finales del siglo XVIII, una niña galesa llamada Mary Jones soñaba con tener su propia Biblia. En esa época, las Biblias eran caras y difíciles de encontrar, especialmente para una familia pobre como la de Mary.
Mary aprendió a leer a los diez años y comenzó a ahorrar dinero para comprar una Biblia. Vendía huevos, recogía leña y cuidaba niños para juntar dinero. Después de seis años, finalmente ahorró lo suficiente e hizo un largo viaje, de 40 km de distancia a pie, hasta la ciudad de Bala para comprarle una Biblia a Thomas Charles. Cuando llegó a la casa de Charles, descubrió que solo tenía tres Biblias y todas estaban reservadas. Desolada, Mary comenzó a llorar y contó su historia. Thomas se conmovió y finalmente le vendió una Biblia. Cuando llegó a casa, Mary leyó en su primer culto familiar el Salmo 150. ¡El texto y la música elegidos hoy!
Inspirado por el testimonio de Mary, el pastor Thomas Charles decidió distribuir Biblias y, el 7 de marzo de 1804, ayudó a fundar la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Gracias al testimonio de una niña de diez años, las Biblias hoy se distribuyen por todo el mundo. Si Mary Jones no hubiera deseado tanto tener su propia Biblia, tal vez ni tú ni yo tendríamos la nuestra. ¿Qué valor le damos a nuestra querida Biblia?
En Acción:
Para celebrar la historia de Mary y la importancia de la Biblia, canta el Salmo 150 por la mañana y antes de dormir. Deja que la música llene tu corazón de gratitud y alegría por el regalo de la Palabra de Dios. ¡Aleluya!