27 junio | Adolescentes
«Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.» Isaías 6: 8
Normalmente, en la escuela, cuando el profesor pasa lista y llega tu turno, tú respondes: «¡presente!», ¿cierto? En la Biblia, vemos muchas historias de personas que Dios llamó para misiones especiales. Cada una de estas personas respondió de manera única. Una de las respuestas más increíbles fue la de Isaías. Dios le mostró una visión tan grandiosa que se sintió asustado por su pequeñez. Pero cuando Dios preguntó «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?», Isaías no dudó. Él dijo: «¡Heme aquí, envíame a mí!» Esta respuesta simple, pero muy profunda, muestra la valentía de Isaías y su enorme deseo de hacer lo que Dios pedía.
Isaías, al ofrecerse para servir a Dios, incluso siendo consciente de sus limitaciones, resalta una verdad fundamental: Dios no busca la perfección, sino la disposición y el coraje para responder y seguir Su llamado. Dios también nos llama a cada uno de nosotros hoy, de diferentes maneras. Puede ser una invitación para ayudar a alguien, para aprender algo nuevo que pueda ayudar a otras personas en el futuro, o cualquier otra «misión». Este es el verdadero llamado de Dios: buscar hacer lo que Él nos pide, vivir en servicio, reflejando Su luz en nuestras acciones diarias.
En Acción:
¿Qué tal aceptar un desafío parecido al de Isaías? Puedes ofrecerte como voluntario en un ministerio de tu iglesia. No importa si es algo pequeño, como ayudar a ordenar las sillas después del culto, o algo un poco más grande, como participar en un grupo de alabanza o ayudar en el ministerio infantil. Lo importante es decirle a Dios: «¡Heme aquí, envíame a mí!» De esta forma, estarás haciendo una gran diferencia en tu comunidad y demostrando que estás listo para ayudar, siguiendo el ejemplo de Isaías.