17 julio | Adolescentes
«Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.» Jeremías 17: 8
¿Sabías que existen más de 60 mil tipos diferentes de árboles en el mundo? Cada uno de ellos es especial, con sus propias características, como la forma, la altura y el color de las hojas. Así como los árboles, cada uno de nosotros es único y especial a su manera.
Dios nos creó para ser increíbles, no estamos hechos para ser «mediocres». Tú eres único y eso es maravilloso. No hay nadie en el mundo entero que sea exactamente como tú. ¡Esto es algo para celebrar! En Jeremías 17: 7-8, Dios nos compara con un árbol plantado junto a las aguas. Cuando confiamos y ponemos nuestra esperanza en el Señor, somos como ese árbol, fuertes y capaces de enfrentar cualquier desafío.
Este pasaje bíblico nos enseña que, cuando estamos enraizados en Dios, no necesitamos temer cuando vienen los tiempos difíciles. Así como el árbol sigue dando frutos incluso en la sequía, nosotros también podemos seguir creciendo y prosperando, incluso cuando las cosas a nuestro alrededor parecen difíciles. Recuerda, un árbol no crece fuerte y saludable de la noche a la mañana. Necesita tiempo, cuidado y, sobre todo, una fuente constante de agua. De la misma manera, nuestra relación con Dios necesita ser cultivada todos los días, para que nos convirtamos en ese árbol que crece junto a las aguas.
En Acción:
Elige un lugar adecuado y planta un pequeño árbol o incluso una semilla. Así como el árbol necesita agua, sol y cuidados para crecer, tú también necesitas nutrirte espiritualmente para fortalecer tu conexión con Dios. Haz de esto un proyecto especial, observando cómo, con el tiempo y el cuidado, tanto el árbol como tu fe se vuelven más fuertes y profundas.