8 agosto | Adolescentes
«¡Vuelve, Israel, a Jehová, tu Dios, pues por tu pecado has caído!» Oseas 14: 1
¿Recuerdas el juego de las escondidas que solíamos jugar cuando éramos niños? Este juego puede enseñarnos algo muy especial sobre nuestra relación con Dios. En el texto de hoy, se nos recuerda: «Vuelve, Israel, a Jehová, tu Dios, pues por tu pecado has caído.» Este versículo nos recuerda que no es Dios quien se aleja de nosotros, sino que somos nosotros quienes, a través de nuestros errores y pecados, nos alejamos de Él. A menudo actuamos como si estuviésemos jugando a las escondidas con Dios. Nos escondemos, por vergüenza, por miedo, pensando que nuestras acciones pueden separarnos de Su amor, pero la verdad es que Dios nunca se esconde de nosotros. Él siempre está en el mismo lugar, en el centro, esperándonos con los brazos abiertos.
A diferencia del juego, donde nos escondemos para no ser encontrados, en la vida real, Dios ya sabe exactamente dónde estamos. Nos ve, incluso cuando creemos que estamos ocultos por nuestras fallas y miedos. La diferencia es que Dios desea que nos encontremos con Él, nos pide encarecidamente que dejemos de jugar a las escondidas, y que volvamos a Él, nuestro Dios.
En Acción:
Para poner este mensaje en práctica, ¿qué tal jugar una vez más a las escondidas pero, esta vez, con un toque especial? Reúne a tu familia y, durante el juego, reflexiona sobre cómo, incluso si te escondes en el escondite más creativo, siempre puedes ser encontrado, en este caso por tu familia, y en todo momento, por Dios.