9 agosto | Adolescentes
«Ahora, pues, dice Jehová, convertíos ahora a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento.» Joel 2: 12
Imagina que estás caminando o andando en bicicleta y, de repente, te das cuenta de que vas en la dirección incorrecta. En esa situación, lo mejor es cambiar de dirección, ¿verdad? En la vida espiritual, a veces también necesitamos hacer esto. Cuando cambiamos de camino, estamos haciendo una «conversión» hacia el otro lado.
En Joel 2: 12-13, Dios nos invita a vivir una conversión espiritual. Él dice: «Convertíos a mí de todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento». Esto significa que, si estamos yendo en una dirección que no agrada a Dios, debemos parar, pensar y cambiar nuestro camino, para así poder seguir Su voluntad. Una conversión ocurre cuando decidimos dejar de hacer cosas que sabemos que están mal y empezamos a hacer lo que es correcto a los ojos de Dios. Es un cambio de actitud, de pensamientos y de acciones.
Dios siempre está listo para recibirnos de vuelta, no importa lo que hayamos hecho mal. Él es amoroso y misericordioso, y quiere que vivamos una vida que sea buena para nosotros y que Le agrade. Cuando nos convertimos, es decir, cuando cambiamos nuestra dirección para seguir los caminos de Dios, comenzamos una nueva jornada con Él.
En Acción:
Piensa en algo que sabes que no agrada a Dios y decide cambiarlo. Puede ser algo pequeño, como ser más amable con tus hermanos o amigos, o algo más grande. Recuerda, la conversión comienza con pequeños pasos. Y cada paso que das hacia Dios es un paso más cerca de una vida mejor.