10 agosto | Adolescentes
«Porque no hará nada Jehová, el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.» Amós 3: 7
Dios siempre ha tenido una manera especial de comunicarse con las personas. En la Biblia, Dios usó a hombres y mujeres llamados profetas para transmitir Sus mensajes. Eran los mensajeros de Dios, llevando palabras de esperanza, advertencia y sabiduría al pueblo.
Amós 3: 7 nos dice que «Ciertamente, no hará nada Jehová, el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas». Esto significa que Dios compartía Sus planes y pensamientos con los profetas, quienes luego eran los encargados de comunicar al pueblo lo que Dios quería que supieran.
Los profetas tenían un papel muy importante. Ayudaban a las personas a entender lo que Dios quería de ellas y cómo debían vivir. A veces, los mensajes de los profetas eran de advertencia, para que el pueblo se arrepintiera de sus errores y volviera a Dios. Otras veces, eran mensajes de consuelo y esperanza, especialmente en tiempos difíciles.
Hoy tenemos a la Biblia, que fue escrita por estos profetas inspirados por Dios. A través de ella podemos conocer Su Palabra. Al leer los mensajes que la Biblia contiene, aprendemos sobre lecciones y conocimientos atemporales, es decir, que aún se aplican a nuestras vidas hoy en día. Mucho tiempo después de haber sido regristrada, la Palabra de Dios sigue tan viva y relevante como siempre. Cuando leemos lo que los profetas escribieron en las páginas de la Biblia, Dios vuelve a hablarnos, tal como lo hizo ayer y lo hará por siempre.
En Acción:
Como adventistas, creemos que Elena G. White también fue usada por Dios como una profetisa. Esta semana, pide a tus padres que te lean algunas páginas de uno de sus libros contigo. Al leer, piensa en cómo ese mensaje sigue siendo importante para nosotros hoy y cómo puedes aplicarlo en tu vida.