15 agosto | Adolescentes
«Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad.» Miqueas 5: 2
Prácticamente todos comen pan. Sea pan tostado, pan pita o pan integral, el pan es un alimento esencial en nuestras mesas. Curiosamente, el texto de hoy nos lleva a una ciudad cuyo nombre tiene un significado muy especial relacionado con este alimento tan común en nuestro día a día: Belén, que en hebreo significa “casa del pan”.
Belén es más que solo una ciudad mencionada en la Biblia, es la ciudad elegida y profetizada para ser el lugar de nacimiento de Jesús. A pesar de su origen humilde y su tamaño modesto, de allí surgió el Salvador, prometido desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Este hecho por sí solo nos enseña una valiosa lección sobre la importancia de mirar más allá de las apariencias y reconocer que grandes cosas pueden surgir en los lugares más inesperados.
Belén, la “casa del pan”, nos conecta con aquel que más tarde se describiría como el “Pan de Vida”: Jesús. Él vino al mundo para alimentarnos espiritualmente, ofreciendo todo lo que necesitamos para una vida plena y significativa junto a Dios. Dios eligió un lugar pequeño y modesto para traer al mundo al mayor regalo de todos, enseñándonos a valorar las pequeñas cosas y encontrar grandeza en la humildad.
En Acción:
Para recordar este mensaje importante, intenta hacer pan en casa con tu familia. Mientras amasan y hornean el pan, hablen sobre cómo Jesús es el “Pan de Vida” y lo que eso significa para cada uno de ustedes.