20 agosto | Adolescentes
«Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones, y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.» Hageo 2: 6,7
Desde el momento en que Adán y Eva dejaron el Edén, llevaron consigo la promesa de redención a través del nacimiento de un descendiente. Por eso, cada nacimiento traía una chispa de esperanza. «¿Será este el elegido? ¿El Libertador prometido?» Esta pregunta se hacía en cada generación, cada vez que nacía un bebé, manteniendo viva la llama de la expectativa. Ese bebé sería reconocido como el «Deseado de todas las naciones».
El libro de Hageo, específicamente en los versículos de hoy, anunciaba que no faltaba mucho para el cumplimiento de esta grandiosa promesa. Este anuncio era como una luz al final del túnel, la certeza de que Dios no había olvidado a Su pueblo.
En todo el Antiguo Testamento, vemos a las familias viviendo en la expectativa del nacimiento de Jesús. Esta espera no se trataba tan solo de la llegada de un nuevo miembro a la familia, sino que además cargaba un gran anhelo por la llegada del Único que podría restaurar todo a su debido lugar, trayendo paz, justicia y salvación para todos. ¿Qué nación no esperaría a Alguien así?
En Acción:
Para entender mejor quién es Jesús y por qué es tan especial, ¿qué tal embarcar en una aventura de lectura en familia? Hay un libro con el mismo título de nuestro devocional, «El Deseado de todas las Naciones» (El Deseado de todas las Gentes, en su versión español) de Elena G. White, que cuenta la historia de Jesús de una manera tan particular que conmueve nuestros corazones y nos ayuda a entender por qué se le llama de esta forma.