21 agosto | Adolescentes
«Entonces siguió diciéndome: “Esta es palabra de Jehová para Zorobabel, y dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”» Zacarías 4: 6
Como cristianos, adoramos a un único Dios, pero ese Dios está compuesto por tres personas diferentes. ¿Cómo entender esto? Usemos una manzana como ejemplo. Obsérvala: tiene una cáscara, la pulpa y las semillas. Son tres partes de la misma manzana. Aunque es una forma simplificada de explicar la Trinidad, nos ayuda a comprender este concepto de una manera más didáctica. Existe Dios, el Padre, que está en el Cielo, planeando cómo cada persona de la Tierra puede ser salva. Tenemos a Jesús, el Hijo, que está intercediendo por nosotros. Y, por último, tenemos al Espíritu Santo, que es Dios con nosotros aquí en la Tierra, todos los días. La diferencia entre ellos es funcional, es decir, cada uno tiene una función específica.
En la Biblia, en Zacarías 4: 6, Dios nos enseña una lección importante: no es por nuestra fuerza o poder que logramos hacer grandes cosas, sino por el poder del Espíritu Santo. Esto significa que, cuando tenemos un desafío o un gran sueño, no debemos confiar solo en nosotros mismos. Podemos pedir la ayuda del Espíritu Santo, que siempre está listo para guiarnos, darnos fuerza y ayudarnos a entender mejor a Dios. El Espíritu Santo es como un amigo invisible que siempre está a nuestro lado, alentándonos, consolándonos y ayudándonos a hacer lo correcto.
En Acción:
Para recordar que el Espíritu Santo siempre está contigo, aprende a hacer una paloma de origami (dobladura de papel), que es un símbolo del Espíritu Santo. Después de terminarla, coloca tu paloma de origami en un lugar especial, donde puedas verla todos los días. Esto te ayudará a recordar que no es por tu fuerza, sino por el Espíritu de Dios que puedes hacer grandes cosas.