13 septiembre | Adolescentes
«Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.» Marcos 10: 14
Jesús nos enseña una lección valiosa cuando dice que debemos ser como niños para entrar en el Reino de Dios. Pero, ¿qué significa realmente esto? Ser como un niño es ser dependiente, confiado y abierto a aprender. Un niño depende de sus padres para todo: comida, refugio, amor y guía. De la misma manera, nosotros necesitamos aprender a depender de Dios en todos los aspectos de nuestra vida.
Los niños también tienen una fe pura y simple. Creen en lo que se les dice y confían en sus padres sin cuestionar (espero que así sea en tu casa también). Esa confianza inquebrantable es la que Jesús quiere que tengamos en Dios. Además, los niños siempre están listos para aprender y crecer. No tienen miedo de hacer preguntas y están abiertos a nuevas ideas. Esto es esencial para nuestro crecimiento espiritual.
Por lo tanto, ser como un niño no significa ser infantil o inmaduro, sino tener una fe pura, una confianza inquebrantable en Dios y, lo más importante, depender de Dios en todos los momentos de nuestro día a día.
En Acción:
Esparce varios juguetes por el suelo de la casa y prepárate para una caminata «a ciegas» con tu papá (o tu mamá). Él se quedará a cierta distancia, guiándote solo con su voz. Si confías y sigues sus instrucciones, no te lastimarás en el camino. Esta actividad es una metáfora para nuestra vida espiritual: así como te concentraste en la voz de tu padre terrenal, busca escuchar y obedecer la voz de nuestro Padre Celestial. Depende de Él y tu vida nunca será la misma.