19 septiembre | Adolescentes
«Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.» Lucas 6: 36
¿Has notado lo fácil que es juzgar a los demás? A veces, sin conocer toda la historia, emitimos juicios. Pensamos, o más bien, juzgamos que entendemos las motivaciones detrás de las acciones de las personas. Pero Jesús nos enseña algo diferente: no debemos juzgar. Punto. En cambio, debemos ser compasivos, tal como Dios lo es con nosotros.
Dios conoce cada detalle de nuestras vidas, nuestros pensamientos e intenciones. Él es el único que puede juzgarnos justamente. Recuerda: fuimos llamados a ser testigos del Evangelio, no abogados. Cuando juzgamos a los demás, a menudo olvidamos mirarnos a nosotros mismos y nuestras propias fallas. Jesús nos recuerda que la medida que usemos para juzgar a los demás será la misma utilizada contra nosotros. Es decir, si somos duros y críticos con los demás, también lo serán con nosotros.
En lugar de juzgar, Jesús nos invita a amar y perdonar. Él nos enseña a mirar a los demás con compasión y entender que todos cometemos errores y necesitamos misericordia. Cuando perdonamos y tratamos a los demás con amabilidad, estamos demostrando el amor de Dios en acción.
En Acción:
¿Qué tal un desafío personal? Durante una semana, cada vez que te sientas tentado a juzgar a alguien, detente y piensa en algo positivo sobre esa persona. Intenta comprender su situación y ofrécele una palabra de ánimo en lugar de crítica. Recuerda, ser compasivo y no juzgar son actitudes que complacen al corazón de Jesús.