29 septiembre | Adolescentes
«Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.» Juan 6: 35
Si hay un alimento que es conocido y consumido en todo el mundo, sin duda, es el pan. El pan es un alimento universal, presente en casi todas las culturas. Desde el pan de molde, brioches, focaccias, pan pita hasta el pan de queso brasileño... El pan es, sin duda, un alimento básico y esencial. Pero ¿sabías que Jesús se comparó a un pan? Sí, en Juan 6, Jesús dijo: «Yo soy el pan de vida».
Esta comparación es muy interesante. Así como el pan nutre nuestro cuerpo y nos da energía para vivir, Jesús nutre nuestra alma y espíritu. Él es la fuente de vida espiritual, sin Él, nuestra vida espiritual está vacía y sin sentido. Cuando Jesús dijo que Él era el pan de vida, quiso decir que, así como necesitamos pan para vivir físicamente, necesitamos de Él para vivir espiritualmente. Así como comemos pan físico todos los días, también necesitamos alimentarnos del pan espiritual diariamente.
Jesús también enseñó que quien lo busca jamás tendrá hambre, y quien cree en Él nunca tendrá sed. Esto significa que Él puede satisfacer todas nuestras necesidades espirituales. Cuando nos sentimos vacíos, tristes o perdidos, podemos acudir a Jesús, y Él nos dará consuelo, esperanza y dirección. Él es todo lo que necesitamos o soñamos.
En Acción:
Para entender mejor lo que Jesús quiso decir, haz un experimento: pasa un día sin comer pan ni ningún sustituto, como galletas o cereales. Al final del día, reflexiona sobre cómo te sentiste sin poder comer este alimento básico. Esto te ayudará a comprender la importancia de tener a Jesús, el pan de vida, en tu vida diaria.