24 octubre | Adolescentes

¡MISERABLE DE MÍ!

«¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? ¡Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro! Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne, a la ley del pecado» Romanos 7: 24,25

¿Alguna vez te has sentido en una batalla interna, donde una parte de ti quiere hacer el bien, pero parece que otra parte siempre quiere hacer lo contrario? Es como si tuviéramos dos "yo" dentro de nosotros: uno que quiere seguir los caminos de Dios y otro que quiere seguir nuestros propios deseos. Esta lucha interna es algo que todos enfrentamos, y el apóstol Pablo describe en Romanos 7.

Pablo habla sobre cómo, incluso queriendo hacer el bien, terminaba haciendo el mal. Esto sucede porque, lamentablemente, tenemos una naturaleza pecaminosa que nos inclina a hacer el mal. Pero la buena noticia es que no estamos solos en esta batalla. Pablo termina este pasaje con una declaración de esperanza: «¡Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!» Es a través de Jesús que encontraremos la fuerza necesaria para vencer esta batalla que ocurre en nuestro interior.

Cuando nos sentimos frustrados por no poder hacer siempre el bien, podemos recordar que Jesús nos entiende y está listo para ayudarnos. Él quiere darnos de su fuerza para superar nuestras debilidades. Y aunque fallemos, al día siguiente Él estará allí, siempre listo para ayudarnos.

En Acción:

¿Qué tal un desafío de dominio propio? Elige un hábito que sabes que no es bueno y trata de evitarlo durante una semana. Puede ser algo como no comer dulces, no pasar mucho tiempo frente a las pantallas o no pelear con tus hermanos. Durante esa semana, cada vez que sientas la tentación de hacer lo que elegiste abandonar, ora a Dios pidiéndole fuerzas para resistir. Esto te ayudará a entender la lucha interna que Pablo describe y la importancia de confiar en Dios para ayudarnos a vencer nuestras debilidades.