28 octubre | Adolescentes
«Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» Romanos 12: 1,2
En la Biblia, muchas veces, las personas ofrecían sacrificios a Dios como una forma de adoración o para pedir perdón. Eran ofrendas de animales u otras cosas valiosas. Pero en Romanos 12: 1-2, Pablo nos habla sobre un tipo diferente de sacrificio: nos pide que seamos un «sacrificio vivo».
Ser un sacrificio vivo significa ofrecer nuestra propia vida a Dios, no de una manera triste o dolorosa, sino a través de una vida íntegra siguiendo lo que a Él le agrada. Cada día albergará una nueva oportunidad para decirle a Dios: «Aquí estoy, quiero vivir para Ti y hacer Tu voluntad». Una vida así, incluye dejar de hacer nuestras propias voluntades, «sacrificar» nuestro yo, buscando ser más bondadosos, ayudando más a los demás, siendo honestos y tomando decisiones que demuestren que amamos a Dios y a las personas que nos rodean.
Pablo también nos anima a no conformarnos a este mundo. Esto significa que no debemos seguir simplemente lo que todos los demás están haciendo, especialmente si no está de acuerdo con lo que Dios quiere. Debemos ser diferentes, mostrar el amor de Dios en nuestras acciones y palabras, y dejar que Él transforme nuestra mente para que podamos entender lo que es bueno, agradable y perfecto a Sus ojos.
En Acción:
Encuentra una manera de observar la metamorfosis de una oruga en mariposa. Puedes buscar una oruga y crear un ambiente seguro para que se transforme, o ver un video en YouTube que muestre todo el proceso. Mientras observas esta increíble transformación, reflexiona sobre cómo Dios desea transformar nuestra mente y nuestro corazón. Al igual que la oruga se transforma en mariposa, Dios quiere que pasemos por una metamorfosis espiritual, renovando nuestra manera de pensar y actuar para parecernos más a Jesús.